Crisis de Pareja/Problemas de Comunicación/Relaciones Padres-Hijos 

 

Escribir y trabajar sobre el tema de los afectos es algo que nos entusiasma, porque es un tema tan relevante, en general tenemos la experiencia de querer y de que nos quieran, sin embargo es algo sobre los cual no solemos hablar mucho.

Nos cuesta expresar con palabras qué sentimos al querer, o qué significa querer para nosotros. ¿Cómo alguien puede querernos “realmente bien” si nunca le hemos dicho a qué conjunto de acciones y comportamientos nosotros les tenemos atribuidos los significados del afecto?

En nuestro trabajo con parejas nos hemos dado cuenta de las grandes diferencias de interpretación que pueden llegar a existir al respecto entre dos que se aman. Porque cuando estamos bien con el otro, que interpretemos distinto lo que es querer y que me quieran, no tiene necesariamente consecuencias muy graves, al comienzo uno parece estar en un estado de gracia, poniendo lo mejor de cada uno para que las cosas fluyan… pero ese estado no es eterno y cuando aparecen los conflictos, las diferencias en estas interpretaciones pueden ser determinantes en los juicios que hacemos, tanto acerca de nosotros mismos, como de los demás.

Claramente este es un tema muy complejo, sin embargo algo nos ha hecho sentido a lo largo de nuestro quehacer personal y laboral respecto a los afectos. Cuando uno quiere sinceramente y lo demuestra tratando al otro con bondad, con respeto, con confianza, ese amor se devuelve y crece y se reproduce. Nunca olvidamos a alguien que nos trata bien y por el contrario, cómo quedamos de heridos cuando alguien nos maltrata de alguna manera.

Por eso, en medio de los conflictos más agudos, el proceso de Lifecoaching de Parejas y Familiar es un espacio que apela a la comunicación, a hacer explícitas éstas y otras interpretaciones. A tratarnos bien por sobre cualquier otra emoción, encontrar los espacios, las palabras y las interpretaciones que nos permitan ponernos en común, conectarnos con los afectos más positivos y encontrar soluciones en las que los involucrados sientan, piensen y actúen recobrando el respeto, la confianza, la bondad y el amor que a veces olvidamos que somos capaces de sentir y que, al final de todo, es la única forma real y profunda de encontrarnos con el otro.

Este encuentro se vuelve real sólo si somos capaces de mantener una actitud de colaboración y respeto, si hablamos de manera asertiva y escuchamos lo que el otro realmente está diciendo y no mi voz interna replicando, si alguno de estos tres principios se rompe, en alguna de las personas que participan de la interacción, entonces se rompe también la comunicación.